miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL TERREMOTO DE IBARRA Y MIRA





 Entre las catástrofes sufridas por el poblado y su gente estuvo el terremoto de 1868 que asoló Ibarra y las poblaciones cercanas, Mira entre ellas.
"El terremoto del 15 de agosto de 1868, cuyo primer temblor en Mira fue entre las 2 ó 3 de la tarde del día Sábado, y el terremoto fue a las 12 y media para amanecer el domingo 16.  Murieron en Mira 130 personas.
 "Todas las casas cayeron, inclusive la igl­esia, quedando únicamente cuatro casuchas de cubierta de paja sobre paredes de base por recién construidas" (Ulloa, M., 1928).
 En el terremoto de 1868, dice: "El estado en que quedaron las haciendas de la Parroquia fue el siguiente: ... San Isidro del Sr. Melrchor Padilla había per­dido ocho casas de habitación y sus dehesas se hallaban bastante agrieta­das; en la hacienda Tudcuasa del mismo dueño se ha­bía perdido también ocho casas, siendo 3 de teja y 12 chozas de peones y sirvien­tes". Todas las acequias que condu­cían agua a las haciendas de Huaquer, Pis­quer, Pueblo Viejo Puchués se destruyeron. (Grijalva, 1959).
 En el libro de defunciones de la iglesia de Mira, el padre Víctor Almeida anota en la foja 65: "16 y 17 de Agosto de 1868 murieron en el terremoto y fueron sepultados los siguientes : Bernardo Quinteros, Miguel Mafla, Antonio Vásquez, Joaquín Barbosa, P. Yépez, Gabriel Ruales, Manuela, Merce­des y Presentación López, Margarita Gutiérrez, su hijo Agustín, Adelaida Rosa­les, Vicente y Eustaquio Jallo, Regina y Merce­des Ruales, Aparicio y María Muñoz y sus tres hijos, Casilda Muñoz, Darío Arbo­leda, Dolores Ortiz y Carmen Galárraga y su hijo y otro sin número cuyos nombres desconoz­co".
Según la anotación del diario de un miembro de la Familia Ruales, en nuestro po­der, se registran los fallecidos; "Gabriel Ruales, su mujer y sus cuatro hijos; Ade­laida, Regina, Ramón y Mercedes de pechos, aplastados de la casa y fue a la 1 de la mañana al amanecer domingo (16 agosto 186­8).
 En el periódico El Nacional Nº 336, de 1868, pg. 4469, se presenta un informe por parte de Agustín Santacruz dirigido al Gral. José María Guerrero, el 21 de agosto de 1886 y dice: "MIRA, la población y la iglesia en el suelo, muer­tos en las calles cuarenta y cinco, igno­rándose los enterrados"
 En noviembre, el Gobierno Supremo entregó 200 pesos para que las gentes pobres puedan construir sus casas.  La Junta Distribuidora estuvo integrada por Gabriel Cabe­zas, Pedro Hernández y Rafael Canelos.

FUENTE:
Ulloa, Bayardo. Mira; apuntes del pasado.
Dibujo de las Ruinas de la catedral de Ibarra, por Riou, según croquis de Edouard André (1875-1882).

lunes, 16 de septiembre de 2013

ARQUEOLOGÍA DE MIRA

"En MIRA reconocieron Cie­za de León y Velasco la existencia de una fortaleza 'con regulares lienzos y fosos, a la salida del río Mira'.  Cieza la atri­buye a los Incas.  Nosotros creemos, como Velasco, de que la fortaleza fue obra de los Colorados, quienes tuvieron mucho apego por las piedras. Los lienzos o terraplenes fueron su tipo de construcción, justamente con las fosas para impedir el acceso fácil a la cumbre de la for­taleza". (Pérez, 1960).
No ha existido mayor preocupación por coleccionar piezas arqueológicas, ni por su estudio, seguramente por ser una zona con escasa cantidad de objetos en oro.
La mayoría de las obras de cerámica encontradas son de barro crudo, endurecidas por el calor del sol, o apenas quemadas, no así las localizadas en El Hato, que son sumamente finas. Generalmente son de color rojo obscuro, muy pronunciado, otras solo tienen la tonalidad del barro, amarillento o café.
Existen, todavía, lugares importantes; Santiaguillo y Piquer, en donde no se ha excavado mayormente y que serviría para un estudio particular  y de mayor profundidad..
Como algo importante se ha tomado en cuenta, en la colección arqueológica, reunida por el Obispo González Suárez, a una figurilla denomina­da como "Músico de Mira", que actualmente forma parte del Museo de la Universidad Central del Ecuador. Esta figura antropomorfa, representa un músico sentado, tocando un tambor y en su cuello lleva una flauta de cinco canutos desiguales. Tiene grandes adornos en los pabellones de las orejas, dando a entender que se trataba de un clásico orejón. Lleva en los brazos, manillas de cuentas gruesas y por tocado tiene  una cinta ancha atada a la frente.